[Libre] Momentos a solas

El sonido de la envoltura del caramelo era posiblemente lo único que irrumpía en medio del casi terrorífico silencio del obscuro cuarto que se hacía ver aún más escabroso por los diversos objetos y numerosos vestuarios coloridos que se encontraba en cada rincón del cuarto de utilería. Pero claro que esto no importaba en absoluto al británico que simplemente parecía disfrutar de todo aquello. Todo era tranquilo y poco concurrido, ideal para poder escuchar sus propios pensamientos y alejarse momentáneamente de la idiotez reinante en ese trastocado circo.

-“Reconfortante” –Pensó mientras recargaba su cabeza en el frío concreto del muro que se erguía a sus espaldas. Joseph se encontraba sentado en un rincón del lugar, alejado del mundo y perdido en el propio. Sus rodillas flexionadas fungían como apoyo para sus brazos.

Hizo bolita la metálica cubierta de la paleta que acababa de desenvolver llevándola al bolsillo de su chaqueta y la paleta directo a su boca; inmediatamente comenzando a degustar el saborizante a cereza conforme el dulce se deshacía, girándola ocasionalmente dentro de su cavidad bucal y otras jugueteando con la misma en un gesto que normalmente sería muy infantil para alguien de su edad y talle.

Su mirada estaba perdida en la infinidad del frío tono de la pared. Pensaba en todo y la nada, todo al mismo tiempo y a la vez en ninguno. Simplemente ya le era necesario darse unos instantes de serenidad aunque eso significara privarse una que otra vez de la no tan esplendorosa cena. Hizo una minúscula mueca al recordar uno que otro de sus famosos platillos que tanto amaba, especialmente esos que eran salados. –“…Una porquería” –Inmediatamente la pequeña gesticulación había desaparecido dejando simplemente la idea de una ilusión de movimiento.

Mordió la golosina, haciendo crujir el firme caramelo ocasionando que se partiera casi a la mitad, comenzando a juguetear con su lengua el trozo del mismo ávidamente. En cuanto a la otra mitad, Joseph por reflejo ya estaba girando el palito como si fuese lo más entretenido del mundo.

comenzó a caminar, quería escribir en su grandioso diario, pero para eso necesitaba tranquilidad.... no podía dejar que sus "hermanos" lo vieran escribiendo... oh no, seguramente le quitarían todos sus diarios que tenía muy bien ocultos... ya que eran bastantes...

y por eso llegó hacía ese lugar, nadie iba a allá... solo era el lugar de la chatarra... ¿quién se iría a meter allí? además era la hora de la cena... era ilógico, por ello se sentó en un rincón del lugar, no tan oscuro, ya que necesitaba luz para escribir... pero estaba a punto de comenzar cuando comenzó a sentir ruidos, eran ruidos de envolturas de chocolate, lo que le hizo alzar una ceja... pensando que podría ser la comilona.. después de todo eso era... una glotona... así que de buenas a primeras solo se iba a largar... pero la curiosidad era más grande... así que caminando con pasos ligeros fue acercándose más y más a donde creía estaba aquello que había provocado el ruido, entonces sintió un crujido de algo, giró la mirada y vió los pies de algo, apartó un poco de ropa que había allí y descubrió a una persona.

-oh... así que había alguien más aquí... - comentó más para si mismo que para la otra persona, que parecía tener algo en su boca.

Casi al instante pudo escuchar a alguien entrado a la desolada habitación, percibiendo los pasos ligeros que de a poco se iban dirigiendo directamente hacia donde, precisamente, él se encontraba. Una mueca de desdén se transfiguró en sus facciones. ¿A quién aparte de él se le ocurría hacer tal cosa a tales horas? Que molesta eran las personas cuando querían, realmente.

Inhaló con profundidad y fingió demencia con la habilidad que le caracterizaba, como si de un momento a otro hubiese olvidado por completo que una persona desconocida se acercaba hacia su casi estratégica posición encubierta por varios de los seguramente inservibles cachivaches que por allí tenían guardados… un lugar que, aunque estuviese un tanto oculto, podría ver fácilmente la única puerta de salida que tenía, por supuesto. No iba a arriesgarse a quedarse atrapado en ese cuchitril, por dios no.

…claro que cuando alzó su mirada no esperaba encontrarse a alguien que no era precisamente una persona.

Inmediatamente mil y una posibilidades pasaron por su mente porque… ¿quién esperaría encontrarse a alguien en un lugar así, y aparte que ese alguien fuese nada más y nada menos que “Avaricia”?

–Ah… –No, no se encontraba nervioso, tal vez solo un poco descolocado. Hizo que el dulce que aún quedaba en su boca se colocara debajo de la lengua para poder hablar sin mayores complicaciones. –Buenas noches –Dijo por lo bajo con un tono respetuoso.

Observó con detenimiento al albino. Sí que tenía unos ojos bastante peculiares. Aunque ciertamente también la dueña del circo, esa tal Nimmersatt, igualmente era poseedora de brillantes orbes carmesí el germano tenía un nosequé bastante distinto ¿Tal vez sería que simplemente estando en el circo todo le parecía distinto? Quién sabe.

–Lo siento –Se disculpó agachando un poco su cabeza sin que en su mirada azul profunda se viese un atisbo de sumisión. –¿…No debería estar aquí? –La duda floreció de entre sus labios con facilidad. Pan comido.

pasó del saludo casi como si nada y se sentó frente al muchacho con una sonrisa burlona adornando sus labios y una mirada juguetona de niño pequeño en sus ojos, casi como si hubiera hecho un gran descubrimiento, y a la vez muy divertido al verse tratado con tanto respeto, ya que en realidad no se lo esperaba.

-kesesesese, ¡bah! puedes estar donde quieras, mientras no te quedes solo con la glotona, podría ser peligroso~~ o mientras no te encuentre uno que otro abusador, kesesesese -

se encogió de hombros muy pendiente de aquello que tenía en la boca, pero sin preguntar nada, solo sentándose como indígena aun con su diario en la mano y el lápiz en la otra.

-¿por qué alguien como tú decide venir a perderse a este basurero?... no es un secreto que es una mierda... - inquirió levantando una ceja-