Entretenimiento? Donde?

*Que mañana altamente aburrida, no podía seguir soportando abstenerse de la diversión, tenía que saber si lo aceptarían trabajar en aquel lugar, se sentía urgido por tener a la multitud aplaudiéndole mientras presentaba sus actos, o bien, si es que no lo ponían primero como barrendero.
Por el momento, se decidió a echarle un vistazo a los alrededores para poder comenzar a adaptarse, ya que estaba por un…98% seguro que le aceptarían, tenía una gran habilidad.
Tomando su sombrero de copa se dirigió a la parte lateral de la carpa que hacía de circo, donde se topo con varias carretas que presentaban unos gitanos. Le parecía extraño que estuvieran de ambulantes en aquel sitio, y aun más que la empresa les permitiera estar en ese sitio. Pero que decir, su curiosidad lo empuja a ir tras la aventura y caminar entre aquellas personas, observándoles con sus pequeños puestos de lectura de cartas, bailes, “hechizos” y más, se veía lo entretenidos que se encontraban jugueteando con las personas, más todo aquello no alcanzaba a llenarlo, quería algo más…diferente.

Como si fuera un alma, Gilleux paso entre las personas y los gitanos, manteniendo en constante movimiento su mirada esmeralda* “-Vamos…quiero algo único…-“ *Pensó para si mismo mientras que se detenía a mirar el gran lugar donde futuramente sería su hogar* -Entretenimiento…eso quiero…- *Pensó en voz alta dibujando en su rostro una amplia sonrisa, manteniéndose parado en aquel lugar, vistiendo su común traje de noche a un estilo algo…diferente*

-¿Veinte euros? ¿Me ves cara de imbécil?- El británico le gritaba a un gitano que le estaba vendiendo una botella de ron de contrabando. Entre unos toldos que lo tapaban para aquellos que estuviesen fuera de aquel desordenado pasillo entre carpas, tenía el ceño fruncido y amenazaba con sus centellantes ojos verdes al vendedor. Habían quedado en diez euros y ahora le cobraban el doble. Sujetó de la chaqueta al otro, con los dientes apretados. Al final lo soltó de un empujón.

-Demons. Thief.- Estaba muy molesto, sin embargo, NECESITABA abastecerse del preciado licor. Comenzó a rebuscar en sus bolsillos, por si encontraba el dinero que le hacía falta. Tenía el día libre, y practicaría más tarde sus actos, por lo que no le molestaría echarle una maldición a ese hombre, tiempo tenía de sobra.

No encontró más alla de cuatro euros más, en monedas, y unas cuantas libras esterlinas, lo que suavizó su expresión y la cambió a reticente tristeza.