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Curriculum de Roderich Edelstein

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Mensaje  Roderich Edelstein Vie Jun 24, 2011 11:20 pm

Curriculum de Roderich Edelstein 2hcm247

Nombre: Roderich Edelstein.
Edad: 23 años.
Nacionalidad: Austriaco.
Antigua Profesión: Fue administrador económico de un negocio familiar, mas, al ver la oportunidad de abandonar este rubro, no dudó en tomar la misma.
Orientación Sexual: Bisexual.


Perfil físico:

Descripción general:
Sus cabellos son de un brillante color castaño chocolate. Estos poseen gran suavidad, sin embargo, la maleabilidad de los mismos deja mucho que desear. Siempre trata de mantenerlo limpio, no importa las condiciones en que se encuentre, puesto que, para él, la buena higiene es algo que se debe mantener absolutamente constante. No hay mucho más que resaltar en el mismo exceptuando un curioso rizo anti-gravitatorio que surge desde el lado derecho de la repartidura de su peinado.

Sus ojos son de un llamativo color amatista, poco común entre la población humana. Los mismos funcionan, principalmente, como las ventanas a todo lo que quiere decir con palabras, pero que no se atreve a expresar más que con música. Con su mirada puede dar a entender todo lo que piensa o siente además de agregarle cierta contradicción a lo que dice e incluso hacer sus palabras frías más hirientes de lo que en realidad tratan de ser. Se le puede considerar como una de sus mejores armas. Sobre los mismos, y ayudando a disminuir la intensidad, hay un par de gafas de medio arco para su visión que, si bien no está muy dañada, no es la de un lince. Posee miopía leve y sus lentes son de descanso y corrección ocular por lo que no es necesario que los traiga permanentemente, sin embargo, nunca se los quita; es más por costumbre que por otra cosa.

Siguiendo con la descripción de su físico: Su piel es clara, levemente bronceada y bastante bien cuidada (para ser un chico, quiero decir). No presenta mayores imperfecciones exceptuando un par de marcas en sus manos y un curioso lunar al lado inferior izquierdo de sus labios.

Su contextura es delgada y su musculatura no está “híper desarrollada” (es más bien moderada: Músculos no muy marcados pero tampoco invisibles). Por la cantidad de cosas que suele comer (que no son muchas que digamos) y la cantidad de ejercicio que hace se mantiene en una línea constante por lo que su peso no varía.

Entrando a sus vestiduras diarias: Suele utilizar un abrigo largo de color azul hasta arriba de la rodilla (puesto que es un tanto friolento), una camisa blanca y bien pulcra bajo la misma en conjunción a un pañuelo blanco en el cuello de la prenda. Usa también pantalones negros a juego y zapatos del mismo color solo para no descombinar. A pesar de que esa es su tenida favorita no duda en cambiar sus atuendos cada vez que sea necesario, siempre manteniendo ese porte serio y elegante tan propio.

Peso (aproximado): 66 Kilogramos.
Estatura (aproximado): 1,76 metros de estatura.
Color de piel: Caucásica, levemente tostada.
Extras:Posee un lunar particular cerca de su boca como previamente se ha indicado además de un rulito anti-gravitatorio sobresaliendo de su flequillo.
Imagen:
Spoiler:


Perfil psicológico:

Descripción general:
Roderich es una persona con una mente bastante complicada de entender.

Como panorama general, podría decirse que cada cosa que dice el austriaco tiene una connotación totalmente a la inversa. Por ejemplo, si le preguntas si está molesto por algo va a negarlo rotundamente aunque muy por dentro sea una olla a presión a punto de hervir. Lo mismo es aplicable a si le preguntas si le pasa algo. Si bien, la mayor parte del tiempo es una persona sincera, cuando se trata de él mismo no es capaz de decir la verdad completa, pues no quiere dar a conocer a los demás sus momentos de debilidad. Todo es para que esa capa de orgullo externa no se resquebraje.

Decidido y perseverante. Cuando se pone una meta en frente no descansa hasta conseguir todo aquello que desee puesto que, el auto imponerse barreras y superarlas, han sido siempre una forma de instarse a ser mejor en lo que le gusta. Con todos sus logros, por cierto, es bastante modesto.

Es bastante servicial, pero dentro de un contexto de cortesía recíproca. Si le exiges algo de mala manera no conseguirás nada más que un buen batutazo en la mano y además que te llamen “indecente” junto a un largo sermón que invoca a toda tu ascendencia y a su forma de educar; la gente que abusa de su confianza o de su poder frente a los demás no tienen un buen lugar en la escala de apreciación de Roderich.

Es paciente y tolerante cuando enseña algo a alguien más, sin embargo, cuando nota que las fallas son reiterativas o “tontas” en cierta medida, pierde su calma llegando a alzar lo que suele ser su suave y melódica voz. No le gustan los errores, para nada.

No tiene tacto, es arisco, poco cariñoso, directo y crítico cuando la situación lo amerita pues siempre insiste con que es mejor la cruda verdad a descubrir una fea mentira disfrazada bellamente. La “sinceridad absoluta” para con los demás es algo que el mantiene en alto cual bandera orgullosa y flameante.

Al verse rodeado de un ambiente estricto y conservador, se vio obligado a dejar desde pequeño todo lo que tuviera que ver con juegos, privándole así tempranamente de su niñez. Esto incluyó el dejar a sus mejores amigos y acabar el contacto con otras personas de su edad, lo que le volvió una persona cerrada, poco social para quienes le rodeaban (incluyendo familiares, primos, tíos, etc.). Sus antecedentes familiares, además, son los que han hecho que odie a gente con ciertas características como: Complejo de superioridad, hostilidad sin razón, alcoholismo, narcisismo y una larga lista casi sin fin.

Irónicamente, damas y caballeros, las personas difíciles y que le hagan enojar, discutir, pelear, que le lleven su paciencia a límites inimaginables… son las que más le atraen. ¿La razón? Sentir que tiene un poco de competencia no le sienta mal. En lo absoluto.

Hay muchas facetas más del austriaco conocidas y por conocer, sin embargo, las mismas serán dejadas en suspenso para quien quiera aventurarse a conocerlas lo haga.

Gustos:
- La calma y la paz en el ambiente.
- La Jardinería.
- El que todo esté organizado en lo que respecta a su área laboral.
- La música clásica.
- La repostería.
- Cocinar en sí.
- Tocar el violín (en sentido literal, por favor).
- Tocar el piano.
- Tocar el violonchelo.
- Lo crean o no, de vez en cuando tomar la siesta.
- Leer cosas que le lleven a pensar mucho.
- Le gusta el té y el café (principalmente el café).
- En sus tardes de ocio crea sus propias partituras.

Disgustos:
- Si hay algo que no tolera es la gente que se la pasa borracha. Todo aquel que vive para tomar y que toma para vivir cae en su lista de “no admisión”, por decirlo de alguna manera.
- La gente que menosprecia a sus congéneres. Todos son humanos, todos están en la misma situación por lo que no hay razón para realzar atributos que no se tienen.
- El ruido excesivo, ya que tiende a desviar su atención con facilidad.
- La invasión a su espacio personal. Él respeta el espacio de los otros así que, lo mínimo que espera, es respeto de vuelta.
- Los animales marinos. Léase la historia para entender.
- La suciedad.
- Que desorganicen todo lo que han hecho.
- Gastar dinero sin necesidad y que gasten dinero en él cuando no es necesario.
- Que no se administre bien el dinero.
- Los bloqueos artísticos.
- El que le lleven la contraria. Simplemente lo detesta.

Fortalezas:
- Posee una gran habilidad en el piano, el violín y el violonchelo ya que, desde pequeño, le amaestraron en las artes de la música clásica.
- Es hábil en el ámbito manual ya que, sus pasatiempos, se vieron principalmente enfocados en todo aquello en que sus manos pudieran dejar testimonio (exceptuando para los dibujos que, extrañamente, no son su fuerte).
- Tiene buena memoria para llevar cuentas del dinero que llega a sus manos. Puede calcular, incluso, con solo una mirada cuánto capital se tiene recaudado en una billetera.
- Sabe esgrima y es muy hábil con el florete.
- Cuando quiere, de verdad, concentrarse en algo, lo logra a cabalidad aislándose absolutamente del resto del mundo para dejar a su mente volar.
- Es imaginativo y siempre suele encontrar salidas y soluciones a sus problemas.

Debilidades:
- Tiene un pésimo sentido de la orientación desde muy temprana edad. Irónicamente, a pesar de su buena memoria, se perdía si caminaba sólo por su casa. Obviamente esto fue disminuyendo a medida que crecía, pero si sale solo a algún sitio nuevo a caminar… no va a recordar ni en broma el modo en que llegó al lugar.
- Es muy celoso y aprehensivo. Estas características, tan pegadas a su personalidad, le han causado varias dificultades en el ámbito amoroso. Las mismas surgieron gracias a diversas desilusiones que él mismo no encuentra gratas de relatar.
- Se pone de mal genio con facilidad resultando bastante arisco con quien le rodea. Cualquier cosa que se salga de los parámetros de conducta establecidos o lo-que-sea que le lleve a una confrontación verbal le hace fruncir el ceño.
- No puede expresar con total veracidad todo aquello que siente. Es una persona muy cerrada a los demás y eso le trae problemas varios.
- Se cierra a las opiniones ajenas pues el ser criticado duramente le pone de malas. Es lo mismo a opiniones en supuesto beneficio a su persona. Dice ser lo suficientemente autosuficiente como para encargarse de sus asuntos y no acepta la ayuda de nadie (si lo hace es a regañadientes, pero no lo da a conocer).
- Al estar tan conectado con expresiones artísticas, puede desarrollar en su corazón una infinidad de emociones que siempre trata de suprimir, llevándole a parecer más serio de lo que en realidad es.

Temores:
- Teme, mortalmente, a los animales marinos y a las criaturas abisales. Trauma de la niñez producido en una visita turística a Kaliningrado.
- También teme a quedarse en la soledad absoluta. Alguien como él requiere de cariño de vez en cuando, aunque no quiera hacerlo notar.
- Quedar sordo. El haber conocido las maravillas de la música y el saber que existe la posibilidad no poder volver a oírla le es aterrador e inconcebible para su persona ya que son su medio de expresión.


Historia:

Roderich Edelstein. Nacido un día 25 de Octubre en el seno de una familia de estratificación social alta, compuesta de padre, madre e hijo. Poseían altos ingresos económicos gracias al misterioso trabajo del patriarca que, por culpa del mismo, debía marcharse largas temporadas al extranjero. Esto derivó a que él y su madre se mantuvieran estacionales en Viena, solos, sin más presencias que de las criadas de la casa.

Su infancia fue bastante enriquecida. Criado en “cuna de oro”, consentido por todos los habitantes de la gran mansión. Siempre que pedía algo, lo obtenía, por lo que se volvió un niño bastante caprichoso en sus inicios. Su madre, más que preocuparse por esto, lo tomaba por gracia, mas, aún así, le enseñaba que no podía tomarse la vida como algo que tendría arreglado por siempre, que todo requería de un gran esfuerzo y sacrificios. El chico, teniendo solo cinco años, no entendía mucho lo que ella quería decir así que, para darle “lecciones gráficas” del asunto, ella decidió contratarle un maestro particular de violín y piano el día en que cumplió seis años.

No le gustaba, al principio (obviamente ¿A qué niño le gustaría limitar su tiempo de juego por cosas que desconocía?). Por alguna razón tenía la extraña sensación de que cuando se disponía a tocar cualquiera de los instrumentos con sus manos, estos lloraban. Siempre lo repetía, siempre se lo decía a su madre y ésta simplemente no podía encontrar la razón por la que su retoño pensase eso. Bastó un extenso tiempo de práctica y, a sus diez años, dominó ambos instrumentos a la perfección. ¡Excelente! Vitoreaban los familiares, deleitándose con el producto de las agraciadas manos del joven artista. Ya había aprendido sobre el esfuerzo y sobre la concentración... ahora había adquirido un gran defecto: no podía soltar ni el piano ni el violín, por más que intentaran obligarle. Gracias a esto, su madre debió buscar una nueva manera de tenerle ocupado. La nueva tarea: Aprender a cocinar.

Al igual que con los instrumentos, el pequeño austriaco (cuya personalidad se había vuelto más retraída, callada, pero igual de caprichosa) intentó negarse a aprender con más de mil y una formas. No quería separarse de sus más preciados tesoros y, además, objetaba que cocinar era cosa de mujeres. Su madre, siendo tan sensata como era, le explicó que la cocina, además de ser importante para el estómago, era otra forma de arte (la mención surtió efecto inmediato. Al día siguiente, Roderich se esmeró al 100% para aprender a cocinar). Ya a sus catorce años también logró dominar la cocina… volviéndola su segundo reino. Las cocineras de la casa comenzaban a disgustarse cada vez que iban a la cocina ya que, como era “terreno conquistado” del menor, no podían estar tranquilas ante la impasible mirada del chico que criticaba inmediatamente si había un error. Nuevamente, la mujer mayor debió hacer uso de su astucia para despegar al ocioso de su hijo de su nuevo vicio adquirido. Esta vez decidió tenerlo ocupado al doble: Le enseñó a administrar el dinero de uno de los negocios de la familia a la vez que le pidió a los jardineros que instruyeran al menor para relajarlo de sus nuevas tareas en el arte del cuidado de las flores. ¡Maravilla, sorpresa y evidente sarcasmo con los dos enunciados anteriores! El chico no tardó en aprender.

“Dieciséis años. En la flor de la juventud y tu hijo ya tiene al mundo en sus manos” solía oír reiteradamente desde sus parientes los cumplidos a su madre que, orgullosa, siempre que podía comentaba una y otra vez las cualidades de su maravilloso hijo. Lo que no veía, obviamente, era el otro lado de la moneda.

Si bien, Roderich nunca se quejó por aprender cada cosa que le enseñaban… si bien, siempre dejó en claro que podía con todo, que no había cosa que no pudiera hacer… también era cierto que cada día que pasaba reprimía más y más lo que alguna vez fue el chico sonriente, cálido y juguetón. En el exterior era frío, su semblante severo, sus palabras tajantes, sus gestos autómatas. Todo él había cambiado… y nadie se daba cuenta.

Por dentro estaba mal. La presión por tantas tareas, el saber que no podía cometer errores, el saber que… no podía decir lo que pensaba abiertamente ya que no sabía cómo… todo aquello, mezclado, le hacía sentir en una jaula que, a ratos, se abría cuando tocaba el piano y el violín. “No le importa, no les importa… todo lo que ellos quieren ver es lo que verán y todo lo que ven siempre será su deseo” pensaba continuamente “¿Cuándo será el día en que pueda hallar la felicidad por mi cuenta?... ¿Cuándo será el día en que pueda decir “esto es lo que quiero hacer” con mi vida?... ¿Por qué todos se empeñan en marcar una línea para que la siga cuando yo quiero crear mis propias metas? Trataré de ser feliz con esto, lo sé, pero… no creo poder acostumbrarme”.

Siguieron pasando los años y no le quedó otra que volverse el administrador de la empresa familiar, siempre preguntándose cómo obtenían fondos para todas las cosas. Era algo curioso, algo de lo que nunca se había percatado. Siempre que se necesitaba dinero, éste aparecía “por arte de magia” en la cuenta familiar (hecho que, curiosamente, ocurría luego de que su madre telefoneara a su padre en una costosa llamada de nivel internacional). Éste hecho, le llevó por fin a preguntarse… ¿En qué trabajaba aquél hombre ausente que se hacía llamar “su padre”?...

No debió esperar demasiado aquella respuesta.

El mismo año en que el cumplió las veintidós primaveras, una extraña carta llegó a la puerta de su casa. Aún puede recordarla perfectamente… el aroma a sangre que esta emanaba, el sello extraño de cera (bastante atípico para la época) y la pulcra caligrafía del mismo. Su madre, bastante espantada, le pidió que leyera el contenido de la misma en voz alta. En medio de la previamente silenciosa sala, resonaron sus palabras:

“Familia Edelstein~

Nosotros, el exitoso circo internacional, lamentamos informarles que el familiar suyo que trabajaba bajo nuestras órdenes falleció en un “lamentable accidente”. Su desempeño en el trabajo comenzó a reducirse despacio y, un día, hizo ka-boom en el escenario.

Llevaba muchos días sin sonreír y, por desgracia, su contador descendió hasta cero. La culpa no es nuestra, eso es obvio~, y tampoco estamos obligados a decirles, mas, teníamos la “necesidad moral” de comentarles sobre el horrible suceso.

No se preocupen por retirar el cuerpo, no podrán. Ya nos encargamos nosotros del mismo.

Enviamos un finiquito a su cuenta bancaria como muestra de nuestro “dolor” (especialmente mío. Por culpa de esto tengo dolores estomacales nada lindos) y “apoyo”, sin embargo, también informamos que no recibirán más de nuestra parte.

Busquen otra fuente de ingresos.

Atentamente, Nimmersatt Beelzebub.
Fundadora~”

“Así que un circo…”.

Roderich, indignado, le preguntó a su madre de qué iba todo el asunto, por qué nunca se había enterado. Ella, en su defensa, dijo que no podía dejar que se supiera que todos los ingresos familiares eran gracias a actuaciones tan poco gloriosas y dignas de su calaña. El austriaco negó repetidas veces con su cabeza ante cada palabra de la otra pues no podía aceptar que aquella mujer que aparentaba ser tan cándida y perfecta fuera en realidad una persona avara (que, por desgracia, le había heredado la dificultad de gastar los billetes) y vanidosa.

Pasaron unos cuantos meses y, al contar con tan “poco dinero”, la mujer comenzó a desesperarse. Cada día insistía a su hijo en que los ingresos eran poquísimos, en que debería hacer algo como hombre de la casa, en que debería trabajar en más de una cosa. Él, ya cansado de todo aquello, le dijo “¿Acaso quieres que vaya a trabajar a ese circo para ganar lo que ganaba mi padre?” a lo que recibió de fría respuesta “sí”.

No lo aguantó más. Tanta vanidad, tanta avaricia de alguien a quién tanto quería… Bien, le daría el gusto, pensó. Al día siguiente alistó todas sus cosas para, sin más, tomar un viaje en barco a Londres, Inglaterra. Trabajaría en el circo ofreciendo su servicio más preciado: La música. Aquello que quisieron arrebatarle luego de habérselo dado.

La pregunta ahora es… ¿Podrá obtener libertad de expresión y lo que su familia le exige? Pues el precio, el que sea… él está dispuesto a pagarlo.


Otros datos:
- El lunar que tiene en la cara… por alguna extraña y curiosa razón, es su punto erógeno.
- En su casa, cuando solía tomar la siesta, dormía en los divanes largos solo con camisa y bóxers. Actualmente intenta dejar aquella mala costumbre (pues esta aumentó al punto de dormir a veces con la misma indumentaria en la cama a la hora de sueño correspondiente).
- Entre sus cosas hay una fusta de cuero que tiene para defensa personal (Según él) además de una batuta que siempre trae consigo para defenderse a falta de su florete y de algo menos peligroso.
- A pesar de que odia los alcohólicos excesivos… no puede evitar su gusto al vino. Sin embargo, la dificultad existente para arrastrarlo al estado de ebriedad no es tanta; se requieren alrededor de 4 o 5 copas a medio llenar para que el joven austriaco caiga dormido.
- Él no insulta a los demás. Él llama a la mayoría “Indecente” puesto que usar jergas es… efectivamente, una indecencia.
- Si está demasiado molesto con alguien le llamará “Obaka-san”, palabra que significa “Gran idiota” o simplemente “tonto” en japonés. ¿Por qué en ese idioma? Porque tiene la esperanza de que, al decirlo, nadie le entienda y así no sepan que les están insultando directamente. Cosas de autosatisfacción.
- Le gustan los gatos bastante. Son sus animales favoritos junto a las aves como águilas, halcones, etc.
- Es difícil hacerle sonrojar. Lo que sí puedes hacer con facilidad es hacerle sentir pena ajena.
- Suele dejar sus trabajos para última hora porque prefiere gastar su tiempo en las cosas que le gustan.
- Halar su mechon no tiene efectos como en otros casos.

Roderich Edelstein

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Mensaje  Nimmersatt Beelzebub Vie Jul 01, 2011 6:42 pm

- Desde el otro lado del escritorio sólo puedes ver un par de piernas balanceándose. Efectivamente, Nimmersatt está con la espalda apoyada en el asiento y las piernas en el respaldo. Palabras simples: Está sentada de cabeza. Se le ve concentrada leyendo el curriculum - ... ... In-te-re-san-te~ No hay mucha miseria que destacar, pero al menos has sido infeliz - rápidamente se pone de pie y salta sobre el escritorio. Te señala con una sonrisa bajo su máscara - Comencemos con la entrevista - Aplaude dos veces.
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